domingo, 9 de febrero de 2014

Florencio Escardó, un pionero holístico

Por el prof. Alejandro Díaz Manzanelli

   Fue necesario que Tom Shadyac dirigiera la película biográfica “Patch Adams”, protagonizada por Robin Williams, para que el verdadero dr. Hunter Adams tomara fama mundial y pudiera finalizar la construcción de la clínica “Gesundheit” en Virginia Oeste, donde implementó en forma contundente su terapia del humor y del afecto. Pero algo menos conocido es que las revolucionarias ideas e iniciativas de Florencio Escardó (1904-1992), médico argentino, ya se le habían anticipado en varios años. Hoy su nombre permanece en un injusto olvido.


   Figura clave de la humanización de la medicina, solía decir que “La medicina está enferma de ciencia”, habiendo comprobado que el miedo y el abandono enferman mucho más que las bacterias”. En efecto, el afecto e interés por el paciente fueron eje fundamental de su tratamiento clínico. Pediatra, periodista, literato y humorista (escribía en el diario Crítica bajo el seudónimo “Piolín de Macramé”), llevó a la práctica gran cantidad de concepciones revolucionarias, paradójicamente hoy más conocidas por experiencias implementadas fuera de nuestro medio: Medicina Psicosomática, Homeopatía, Antroposofía, Acupuntura, Asistencialismo Social, trabajo conjunto de médicos y psicólogos, peligros de la contaminación electromagnética, etc.

     Como Jefe de Pediatría de la Casa Cuna, estableció por primera vez la internación conjunta de madres e hijos al comprobar que muchos niños empeoraban -y hasta morían repentinamente- cuando se los separaba de las mismas (marasmo o “muerte súbita”). Por el contrario, a través de la presencia y atención de las madres su evolución era notoriamente favorable. Esta concepción la expone en su obra “Abandonismo y Hospitalismo” y fue el tema de la película “La Cuna Vacía” (1942) de Carlos Rinaldi, protagonizada por Angel Magaña y de la cual Florencio Escardó fue guionista.



   No se conformó con ser Decano de la Facultad de Medicina y Vicerrector de la Universidad de Buenos Aires, sino que convirtió en “cátedras” los medios de difusión masiva en una verdadera gesta de popularización de la medicina. Así participó en Crítica, Clarín, El Mundo, La Razón, La Nación, la Revista “El Hogar Obrero”, y especialmente en el programa televisivo “Buenas Tardes, Mucho Gusto”, donde sus consejos eran seguidos diariamente por millones de madres.

 

    Respecto al ahogo infantil o “falso crup” enfatiza el mal de la electropolución, aún casi desconocido, donde el rozamiento de las superficies acrílicas libera partículas cargadas (iones “positivos”), alterando el medio ambiente imprescindible para que las células del organismo realicen sus intercambios bioeléctricos: “El niño se convierte en un condensador” decía, donde la ducha caliente que lo alivia no es sino un benéfico baño de iones negativos: “Los muebles de material sintético (fórmicas y otras formas de plástico) deben ser desterrados de las habitaciones de los niños, así como las cortinas, tapices y colchas pues alteran intensamente el equilibrio iónico. Lo mismo reza, y de modo enfático, para la ropa de nylon y toda clase de acrílico. El niño y en especial el bebé solo deben usar ropa de algodón, lana o hilo. Y no hay discusión al respecto.”

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